El delfín que dentro suyo contiene el té verde se reposa sobre el reborde de la taza térmica,
el vapor teíno se escapa y lo deja escapar, el agua había hervido,
tan caliente nadie lo puede tomar.
Pero una canción no puede sonar, por más bajita, tan obscena a tales horas de la noche. Casi el día siguiente comienza en esta noche nublada y algo fresca. Algo que ofrezca un buen baño de saturación sólo puede ser estupefaciente. Y efectivamente,
algo le dinamitó el cerebro.
For a moment un impulso creativo le pidió que por favor fuera conciente de que estaba obligada, pauperrimamente obligada a acatar a la presencia de esta musa, loca, como la vaca, nunca debería haberla evadido, porque su furia sólo la volvería más fuerte e insoportable, intolerable, totalmente disfrutable.
Más no dijo nada
y la noche acabó vacía.
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