miércoles, 21 de febrero de 2018

Verborrabia

Algo claramente se rompió
entre nosotres.
Entre vos y yo, particularmente
entre nuestros sueños.
Algo se dejó de compartir,
algo que a mi me parecía esencial para mi crecimiento
o al menos muy útil
y bueno, lamentablemente,
me perjudica bastante.
Y desgraciadamente, pienso,
quizás nunca te terminé de demostrar lo mucho
que te amé, que te amaba, que quizás hoy
incluso
te amo.
Mas después me acuerdo
de la fecha del quiebre,
la noche en que soltaste
todo un ejército 
de insultos y violencia acumulada
y me destruiste
como si fuera tu peor enemiga,
como si te hubiera matado mucha vida y mucho tiempo,
como si nunca te hubiera hecho ni un bien,
como si siempre te hubieras aguantado desterrarme
de tu amor y tus perímetros de afecto,
como si me guardaras un rencor añejo y con olor a estéril,
como si, básicamente, no me amaras más, y desde hace tiempo.
Me acuerdo
de la cantidad de palabras que me dedicaste
disparando a cada ladrillo de la construcción que creías de mí,
mientras que yo sentía 
cada disparo
disparando mi carne como si fuera diez veces más densa y fuerte,
diez veces más horrible y cruel, diez veces más detestable,
y cada palabra hablaba de mí con tanta certeza
y sin embargo las sentía yo tan opuestas a mi realidad
mi verdad, mi versión
tan opuestas a lo que siento de mí, a lo que construyo de mí,
a lo que quiero y trato de mí
que todo dolió
cien mil veces más fuerte.

No sé cómo hiciste
para invertir tan exageradamente tu visión
y ver tan marcada y sentidamente a mi opuesto, a mi negativo.
No sé cómo hiciste
pero quizás puedo darme el atrevimiento
de pensar que, en parte,
pudiste hacerlo
porque no me dejaste
ni un segundo de respuesta,
de explicación,
de comentario, acote,
de puta maldita palabra 
o respiro.
No te importó un pito
lo que te quería decir, lo que casi en llantos
te lloraba, te pedía, rogaba
que me dejaras explicar una mínima cosa
tratar de demostrar que no era así
que estaba en desacuerdo, 
que no sentía que estuvieras en el punto correcto
en el estado, ánimo, o perspectiva
correctos
para hablar
con tamaña seguridad
y violencia.
No te
importó
un pito
herirme
como lo hiciste
ni pensar, siquiera,
que, quizás,
te estabas equivocando
y que te estabas zarpando
en exagerada
euforia,
verborragia
e ira.



Pasó el tiempo, no mucho, que quise volver a hablarte.
Me lo negaste.
Pasó el tiempo, de nuevo, y otra vez insisto, y otra vez. Me lo negaste.
Así, unas cuatro veces. Todo está anotado en la pantalla virtual, que por mucho tiempo, fue nuestra única ventana. Todo es verificable. 
Voy a ser sincera, te odié. Te odié mucho, como uno odia a quien amó y lo dañó. Como uno odia cuando le parten el corazón, en mi caso, tan descaradamente.
E hice mucho trabajo interno para sanar. Para sanarte. Para perdonarte, perdonar, perdonarme. Porque también me odiaba a mí, verás, el odio estaba en mi sangre, no te lo quería escupir. Hasta que un día, aceptaste verme. 
Fui a tu casa, allá, lejísimo. Fue raro. No sabía cómo ibas a estar. Estaba, por las dudas, preparada para matarte con unas pocas palabras e irme. Pero fuiste amable, como si no vieras a un ser querido de hace mucho, aunque no tan querido, aunque medio por compromiso. 
Intenté ser lo mejor de mí. Positiva, agradable, alegre. Sin rencores. Fascinada por tu panza de 8 meses. Estaba impactadísima, no entendía muy bien nada, y tampoco sabía cómo hablar seriamente del pasado, cosa que tanto necesitaba, y cosa que parecías tanto no necesitar. Con muy pocas palabras me dijiste que estaba todo bien, por alguna razón no me acuerdo qué palabras usaste, creo que ni siquiera armaste una oración muy clara, pero me diste la sensación de que... ¿me habías perdonado? ¿te habías equivocado? ¿que yo me había equivocado y lo entendías?
Tristemente no entendí bien tu mensaje. Tu intento de aclaración. Quizás por eso ahora estamos así de nuevo, bah, yo estoy así, triste, destruida, desconsolada.

Pocas veces más nos volvimos a ver, en diferentes situaciones, tu cumpleaños, una exposición, un almuerzo tranquilo, etcétera. Y todas las veces me sentí incómoda. Que estaba en un pasado-presente extraño, que el piso se me escapaba como el aire, que las conversaciones se me iban, se me disipaban, todo lo que quería tocar se me desvanecía, no entendía, no me sentía entendida. Me hablabas de temas que hablábamos tres años antes, o dos, incluso 1 año antes, temas con los que te habías obsesionado, y yo también, temas que creí superados, o que al menos yo superé, pero aunque intentaba demostrarte que ya sabía de lo que hablabas, y te respondía brevemente, intentado rematar el tema, aún así, me rebotabas esa información que te estaba dando de mí, y volvías a hablar de tales temáticas, ya monótonas, sin sentido.
Y si no era hablar de eso, era observar estupefactos al bebé nuevo. Usarlo para cada silencio incómodo, para cada escapatoria, para cada respiro de conversación cerrada. Parecía la muletilla de los diálogos. Parecía una conversación entre locos, que no se entienden, que vuelven una y otra vez a los mismos temas, donde todo es circular, donde nada se resuelve.
Y es que ahora pienso que quizás no querías resolver nada. Y quizás yo tampoco sabía ser muy directa como para hablar de las cosas sin temer que me hieras de nuevo, que me mandes a la mierda, que me malinterpretes y me odies. Verás, me traumaste un poco. 

Ahora terminamos, recién, de desunir lo único que podíamos efectivamente tener en común, lo único que nos podíamos compartir, lo único que nos prometimos. Ahora, una vez más, me rompen el corazón mis seres queridos, me desprometen, me desquieren.
Pareciera ser ese mi karma, las personas que más amé de nacimiento, mis familiares, todos en algún momento me rompieron el corazón. Absolutamente todos. De maneras hirientes, agresivas, sumamente traumáticas, todas me han hecho mierda, todas, en un raye emocional, me odiaron con inconmesurable ira, violencia, y crueldad.
Gracias. 
Ahora sé perfectamente cómo no voy a ser, lo mucho que no los quiero cerca, y lo mucho que les va a costar, si quisieran, ganar mi confianza de nuevo. Idiotas. 
Han perdido un amor muy enorme.


No hay comentarios:

Publicar un comentario