miércoles, 13 de julio de 2016

Vívido

Los fluídos que melódicos me sensibilizan
la curva espinal de la cervical pura
y me entusiasman el alma y con calma
duermo acurrucada en el rincón de tu pecho
tibio como el Caribe que sueño con peces 
de colores, como el arcoiris típico de la mente de un niño
de una niña, siento salirme mil corazones de la boca
loca se pone mi lengua cuando es tiempo de saborearte
y el sabor de tu arte me intensifica los quince mil destellos
que me cruzan por los ojos, cuando te veo.
Y te veo ser, hacer, sentir, crecer
cada segundo tu piel y tus uñas, tu cabello y tus cejas
veo enrularse tus pestañas en un confín de imaginaciones
una ola de centellas ardientes que se pierden en el infinito microscópico
tan pequeño que es enorme
y siento cuando la luz fluorescente me penetra los huesos al caérseme la ropa
siento mis músculos fuertes deshacerse con cada uno de tus besos nuevos,
piernas que tiemblan al desnudarse la idea en la cabeza,
sonrisas que se escapan de la mueca que intenta ser seria
¿cómo serlo si no paro de divertirme con tu gentileza? con tu belleza,
no puedo concebirte aún por completo y eso me revienta
la creatividad. Sí, nada hay mal, sólo que exploto como volcán
y te siento tormenta en mí.
Te siento de lo más mágico, lo vil del placer
porque es imposible que me puedas tanto (¿lo es?)
Sin embargo caigo en la realidad y se me retuercen las vísceras
estallando en colores intensos de rojo cálido y azul sereno,
la oscuridad se vuelve un desierto lleno, como el aire que respiro
por momentos me ahoga y por momentos me llega pleno
justo al plexo
solar, te siento iluminar las mil y una nubes que rodearon mi estela
te siento resurgir como fénix de las cenizas de mis venas,
te siento en mis manos cuando me acaricio la piel, a
un lugar me desplazas, lejano mas no me siento ajena.
Me envenenas
de la sensación mas hermosa que pudo llegar a la vida
siento que llegaste para darme la prueba corregida
de que el amor existe, en tu carne viva
en tus labios fogosos y en tu mirada marina,
en tus mejillas suaves llenas de rubor dinamita
y en tus suaves manos cuando me recorren dormida.
Dormida. Me siento dormida en la comodidad de tu existencia
en el colchón de las plumas que soltás al volar
en el silencio de tu creatividad divina,
en la música acústica de tu respirar con vehemencia,
siento indescifrable la distancia a tu ente
y el misterio culmina cuando conozco tu mente
las columnas de tu frente etérea que en cúpula terminan
fulminando al cielo como única salida,
siento
miles de voces que fervorosas me gritan
que no te pierda, que no te descuide
que hay algo que arde, se frita y tirita
adentro mío, algo que vibra y se resuena desde el esternón
que este calor me da vida y no pinta que se entibie.
Dame más, dice la voz, la cuerda interna que en la cumbre se encuentra
ensimismada por una partícula atómica de la fantasía del ensueño,
apenas abrió sus tímidos ojos y se vio entregada a la luminosidad,
no hay nada que hacerle, 
era obvio que le iba a encantar.



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