jueves, 31 de agosto de 2017

Enciende

Cápsula.
Me invita a pasar.
La cámara filma.
El alma no está.
Grito, giro a mirar.
La cara rendida ante el mal, el mal.
Busco mi ser en el frío, 
el delirio me lleva a volar.
No puedo volar pero puedo trepar.
No puedo explicar pero puedo cantar.
Enigmática idiota.
Nube sola y perdida.
Exagerada, deprimida.
Yo pensaba que era tristeza pero la justifiqué ser eterna.
Creí que debía sonreír pero me di cuenta que me perdí.
Tantos suspiros negros, tanta sed y desilusión.
Tanta envidia, ganas y admiración.
De nada sirven si no se ponen en práctica.
La táctica es no caerse.
La táctica es balancearse.
La táctica es contagiarse de lo que es bueno y positivo.
La táctica es ser amor.
La táctica es mágica y da pavor.
La dinámica anima, genera pasión.
Es tácita, pero activa, no pasiva, o lastima.
Y lastima al interior, 
qué gracioso, uno mismo se jodió.
De sólo callar, de sólo no parar de pensar en el mal,
el mal.

El malestar con todos, 
con cada foco, con cada foro, con cada
poro.
El malestar a lo loco, a matar, a descarrilar.
El malestar como virus letal, 
como frío fatal,
el mismo que me hizo sanar,
¿tiene sentido? Quizás.
Y es que compartirlo no tiene sentido si con un té con miel no lo vas a compensar.
Y es que sufrirlo no tiene beneficio si no lo vas a desintegrar.
¿De qué vale vivirlo? Si sólo te causa el mal, el mal...
Que retumba en tu noche en vez del goce del sexo.
Que silencia tus voces en un llanto de despecho.
Que te apaga tu pecho en vez de relajarte en tu lecho...
Basta.

Hacerte bien es tu propio derecho.



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