sábado, 6 de agosto de 2016

Arrivederci

La rosa más blanca que rutiló en el rosal de las perlas
sin verlas creíanse ser dentadura de bella princesa
caminante de los bosques, los que  roncan con cortezas de certezas
que suspiran leves el aire que refresca la nieve que las besa.
Transpiro suave como rocío que se exfolia de un vidrio flexible,
me muerdo los labios a sentir el frío que me vuelve sensible,
recuerdo los pasos que me diste y devolviste, inextinguible
por suerte la llama de deseo que prende fuego y embiste
contundente a los filos de la hiel que me persigue como un quiste.

Viste mis días y te fuiste, a la intensa mar celeste que recubría el cielo
esculpiste las nubes que me soplaron viento y dieron consuelo,
elevaste en dones de fértil magia la montura de mi caballo suelo,
cuando corregiste mis líneas curvas vi la recta que te convertía en mi anhelo,
todo esto es cierto, primor,
las llaves del disfrute oscilan por la eterna playa del desierto del misterio,
circundan la espuma intangible de la emoción sanguínea, es etéreo
el sentimieno de la belleza pero abunda en grandeza en ese océano de selva,
es intensa
y hasta abrumadora
la relación de las neuronas, electrizante dispersión de  tonos y notas que como locas
se acomodan a la par de tus latidos, con los míos,
vemos que el día crece y la noche nos huye
nos huye a la espera
de nuestro reencuentro.


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