viernes, 26 de agosto de 2016

Plata

Yo lo miro desde lejos
y me asombro de su instinto
siento sangre vino tinto
cuando se me acerca, dejo
que sus almohadonados dedos
me recorran suaves
suavizándome
Yo lo miro un poco más cerca
y me quedo tildada
porque su alma brilla pura
pizcas de picante y locura
brisa cálida y segura.

Me rutila la piel de sus besos
que me llenan de un regocijo sin comparación,
como si el arcoiris mismo me atravesara
en eterna penetración, como si las aves me cantaran
en pleno esternón, como si los pulmones me inspiraran
a mí misma como oxigenación.

Aleluya,
los cielos se han al fin vislumbrado como tales
como miles de tales
y se han despilfarrado en cada gotita de agua
que cayó con el rocío y se fusionó con los jazmines,
aleluya.

Un colorado
rubor fluorescente
sangrando desde mi sonrisa
hasta mi pómulo más lejano,
la montaña cumbre muscular.
Me siento rosa y te amo,
en un destello de estrella fugaz, te amo
en un suspiro de viejo juglar, te amo
en un celestéreo aleteo angelical, te amo
cuando miras con los ojos o con el corazón
y te amo
cuando vives con el agua o con el aire,
te amo
todo el tiempo que existes y respiras,
todo el espacio que ocupas y que deseas encontrar
te amo todo el amor que jamás pude compartir
que jamás conseguí siquiera sentir,
te amo
porque tu naturaleza me ha enseñado a hacerlo
y quiero aprender todo de vos.


(No soy princesa de castillo y campos de gloria
ni mucho menos reina de palacios y pasillos sin fobia,
pero tu  presencia me conecta con un cuerpo
que está respirando del bosque frío,
que el viento lo hace temblar pero apenas poquito,
como un pequeño goce de elegancia que seda la columna
para estremecerse y estirarse,
un cuerpo que todo adentro está blanco de resplandor
como si sus paredes internas fueran de espejos
y una luna plateada pululara dentro
que creo brilla así porque estás existiendo
con toda tu dulzura y ganas de bien).

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