jueves, 3 de noviembre de 2016

Sacudila

No quiero decir que se me ponen rojos del metales
pero iridiscente soy en este momento tornasol
de iracunda solar sensación
y me exprimo en miles de sabores acuáticos
que nadan en nada como navales hadas aladas
nadan, como peces en redes de invisible destilada corriente
me siento en plena corriente y hacia el centro de esta galaxia.
 Y como blanca angustia disipada
se me abren las puertas plateadas del arte y de la libertad deseada
hurgo los detalles de las esquinas de las puntas de los alfileres,
y encuentro las más maravillosas joyas secuestradas junto a sus seres
imaginarios, obviamente, con nadie podría la vida ser violenta.
Y es que espera, espera a la luna que revuelve las mareas internas 
de algún desprevenido que surge de la arena,
que no entiende a sus venas y se envenena de espermas
de violación y demencia. Esa luna
infernal como ninguna, alumbra sólo a las almas que se abruman
de los abrazos, de las brumas y de las sombras,
de las existencias. En fin
yo estoy feliz hoy
porque he encontrado lo que soy en un pedacito de texto
en un trazo de una letra, en una coma, en un paréntesis.
He encontrado mi ser en un celeste amanecer y un morado atardecer,
lo he encontrado entre esos dos momentos fantásticos, fusionado, unido,
reestablecido a su estado natural
como si un ciempiés me hubiera pisado la piel
y abierto poro por poro
dejándome respirar
cienpiés de la realidad
cienpiés de mí
mis cien pies
caminantes al fin. 

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