martes, 10 de octubre de 2017

Smail uai zincs.

(El azul me lleva a la textura del cielo
me pide calma, que lo contemple,
me pide ayuno.)

El azul me pide que lo corrompa en finas hebras amargadas. 
Cuando se convierta en ave sabrá lo que es saborear el infinito, la inmensidad. 
La maldad me exige que lo destruya y lo parta en miles, 
pero mi cuerpo me dice que descanse, que abra las piernas, que le haga el amor.
Unos cuantos rumores andan por el mar, callados, temerosos, esperando al tiburón que se los coma y escupa, 
buscan la gloria de la casualidad óptima, 
buscan la optimización del azar, 
¿cuántos poderosos podrán así acobardar?
Caigo en cuenta de que no caigo en cuenta. 
Me comprendo como el celestial ultramar de las nieves, 
aunque el frío me representa puedo broncearme en la playa y tomar sopa.  
Puedo cantar al son del sol y de su luz solar, 
puedo sudar en la noche ante el afectivo encuentro de dos o más pasiones. 
Puedo retorcerme en el glamour de tus carnes labiales. 
Puedo penetrarte mientras te explico una obra de arte. 
Sonrío mientras pensás. 
Te amo.


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