miércoles, 26 de agosto de 2015

Presbicia

Y comienza el ritmo
la percusión de los latidos
del corazón de cada uno
que se encierra en este limbo.
Besame los ojos
dijo la voz
y con este canto largó su llanto
y con el coro lloró
su amargo tanto
son buenas.

Amagó un paso y retrocedió
con este sol era obvio,
la sombra es para 
frágiles.
Y como hielo, idiota,
te partiste
la condensación no pudo salvarte y
sucumbiste
en agua pesada. Pesada, pesada.
La piel que te atraviesa es más 
ligera que la que te envuelve,
pero la sentís tan filosa, nena,
que desangrás.

Un día te levantaste y
oteaste el horizonte
visitaste las nubes y
cortaste corazones.  Sí
estás sola como un perro
que desvaría sin rumbo
pispeando flores
y toqueteando pies pero
¿algún día te van a llenar?
¿te saciarás?
¿conformarse o
o qué?
Quizás en tu época de reparos
emocionales, te adueñaste de
una postura soberana
en vos. Y no sólo
no te dejaste más tocar
ni amar
sino que te conquistaste
y ahora te cuesta el amor
dentro tuyo y 
propio.
Meramente propio
tu corazón se apropió de tu mente,
inconscientemente te rigen siete poderes:
dolor, luz, muerte,
caos, lógica, suerte y
precaución.
Cuidado, te decís,
cuidado de amar
a alguien más que a vos
(que te han dañado, si,
y no sabés como reflejar
el resplandor de tu cor)


Le escapas al fuego,
cagona,
te gusta estar cerca del límite pero
tanto no soportás.
El cristalino observa y
se llena a veces de un humo neblinoso
la incertidumbre de la cercanía
te espanta y te tornas
miope
a voluntad.



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