martes, 24 de noviembre de 2015

No era un delfín, era un cisne

El delfín que dentro suyo contiene el té verde se reposa sobre el reborde de la taza térmica,
el vapor teíno se escapa y lo deja escapar, el agua había hervido, 
tan caliente nadie lo puede tomar.
Pero una canción no puede sonar, por más bajita, tan obscena a tales horas de la noche. Casi el día siguiente comienza en esta noche nublada y algo fresca. Algo que ofrezca un buen baño de saturación sólo puede ser estupefaciente. Y efectivamente, 
algo le dinamitó el cerebro.
For a moment un impulso creativo le pidió que por favor fuera conciente de que estaba obligada, pauperrimamente obligada a acatar a la presencia de esta musa, loca, como la vaca, nunca debería haberla evadido, porque su furia sólo la volvería más fuerte e insoportable, intolerable, totalmente disfrutable.
Más no dijo nada
y la noche acabó vacía.

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