sábado, 7 de noviembre de 2015

No es tan atroz

Insoportable corazón
que lates desmedido, mejor tómate
un chocolate enloquecido
que de glucosa te estalle las neuronas
y te callás un poquito, sí?
Un ratito nomás.
Porque ya sé que vas a estar toda mi vida y que
sólo puedo asegurar que te tengo a vos, pero
a veces quisiera arrancarte de mí
para vivir sin sentir
y sin percibir los malestares 
con sacrificio de las felicidades.
Hay que saber elegir
entre un vivir vacío o con sensación de que sí
que está todo lleno,
desde acá dentro.
Yo sé que puedo
apoyarme en la física cuántica y resolver
mambos de mi identidad y personalidad
y crecer, si,
iuju, 
crecer.
Pero si yo quiero andar
sola
sola sola sola como una
llama loca en la pradera
esteparia que éste paria alguna vez
construyó de semillas y árboles,
queridos, árboles queridos
sólo a ustedes puedo
abrazarlos por tiempo indefinido.

Me dejaría morir en
un bosque lleno de plagas,
malezales, pajonales y juncales
que tan suaves son, me dejan una ilusión
de añoranza, qué linda
era la vida en el vientre materno.
Turbia como el agua podrida a veces se torna oscura
mi mente pútrida y llena de musgos,
líquenes que se apoderaron de mi piel y la hicieron rejuvenecer,
la renaissance de un feto perfeto
lacónico y totalmente desahuciado,
preparado para un espíritu de libertad y libertinaje
de una esclavitud impulsiva que la retumba de
ecos impermeables, ecos despreciables
dentro suyo, inescapables.

Como verán todo lo que escribo tiende a peor.
No sería mejor, por favor,
el rencor es dolor de amor,
el furor a veces parece calor y
la tos no es tan atroz. 

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